lunes, 8 de octubre de 2012

La història sempre torna amb vestits nous però mateixa ànima i no aprenem ...


La Democracia, no hay que olvidarlo nunca, nació por evolución y por necesidad. Aquella burguesía del XVIII con creciente poder económico necesitaba que las medidas de política económica y de política-política dejaran de depender de los caprichos de un rey sin talla y de una cohorte de validos, pero necesitaban que alguien liquidase físicamente esa estructura, y, ¿quién mejor que un pueblo mísero, oprimido y sin futuro?.
Cierto: durante siglo y medio esa burguesía machacó, y mucho, a ese pueblo que le ayudó a cortarle el cuello al rey, pero tras la Depresión volvió a necesitarle, y esta vez el ofrecimiento fue total: ‘No sólo empleo y salario te daré sino que te lo daré indefinidamente y en permanente aumento, y además te daré capacidad de compra infinita, y además elegirás a quienes te gobiernen’.
Y aquella promesa se cumplió, y la Democracia se expandió. La máxima manifestación de la Democracia fue un binomio: votar con absoluta libertad a quien se quería y poder acceder a un BMW; y ambas cosas fueron posibles; y España fue bien y la Democracia también fue bien.
El BMW: el símbolo: un empleo, el colegio de los niños, la atención de la abuela, la pensión y las vacaciones, la hipoteca, Navidad y Reyes. De golpe todo aquello se ha acabado y las voces que se lo habían anunciado son las que se lo están quitando. La ciudadanía no ha leído a Locke ni a Voltaire y no entienden la filosofía que subyace en la Democracia ni saben porqué ha sido tan necesaria la democracia. Pero saben muy bien de ese binomio antes referido, y perciben que lo han perdido; y si un binomio pierde uno de sus miembros deja de ser tal.
Santiago Niño Becerra -  Viernes, 05 de Octubre